Ciudad de México, 28 oct (EFE/Merca2.0).- La Generación Z, nacida en la era digital, está redescubriendo el encanto de los gadgets retro como CDs, teléfonos plegables y cámaras instantáneas, no por mera nostalgia, sino como una forma consciente de escapar de la saturación de notificaciones y la presión constante de las redes sociales, priorizando la autonomía y el control sobre su tiempo y atención.
Lejos de los feeds infinitos y la sobreestimulación, adolescentes y veinteañeros optan por dispositivos que ofrecen experiencias táctiles y deliberadas. Los CDs permiten una escucha musical intencional, sin algoritmos que dicten playlists; los teléfonos plegables facilitan llamadas y mensajes básicos, libres de apps distractivas; y las cámaras digitales o de película capturan momentos sin la urgencia de compartirlos en línea.
Esta tendencia, que fomenta comunidades en redes con hashtags dedicados a lo vintage, incluso une generaciones al revivir objetos como cassettes para grabaciones creativas o walkmans para un consumo offline.
El detonante principal es la "ansiedad digital": la hiperconexión genera pérdida de concentración y agotamiento mental. Como señala un informe del Wall Street Journal, el 80% de los jóvenes percibe una dependencia excesiva de las pantallas, lo que impulsa esta elección por lo analógico como herramienta para establecer límites y redefinir la interacción tecnológica. No se trata de rechazar el progreso, sino de equilibrarlo con momentos significativos, donde el usuario dicta el ritmo.
Para las marcas, representa una oportunidad de oro: la demanda de reediciones de reproductores de CD portátiles, teléfonos plegables y cámaras instantáneas ha crecido entre consumidores menores de 25 años. Incluso servicios digitales emulan lo retro, como apps de música que simulan el paso de páginas de un álbum físico, fusionando lo viejo con lo nuevo.
Esta revival cultural subraya que la Gen Z, lejos de ser adicta a la tecnología, la usa para resistir su omnipresencia. En un mundo de innovación acelerada, lo retro se convierte en símbolo de calma y autenticidad, invitando a reflexionar sobre el verdadero valor de la conexión: no en la cantidad, sino en la calidad.