En los más altos círculos del Supremo Poder de Palacio Nacional se habla de una estrategia sin precedentes: el envío de delegados plenipotenciarios a los estados fronterizos de la República Mexicana, con la misión de poner orden, limpiar estructuras y restablecer el control político y operativo en las regiones más sensibles del país.
La instrucción proviene del implacable Omar García Harfuch, quien ha tomado el mando silencioso de la nueva línea de seguridad y gobernabilidad nacional. Cada delegado ha sido rigurosamente filtrado: sin nexos con el huachicol fiscal, sin antecedentes de compromisos locales y, por requisito estratégico, con visa norteamericana vigente, garantizando su movilidad y confiabilidad ante los nuevos tiempos de cooperación bilateral.
El mensaje desde el centro del poder es claro: no más pactos, no más complicidades, no más zonas grises.
México se prepara para una nueva reconfiguración del poder en sus fronteras.
Que les sea leve...
