Este sábado en Iguala, familiares y padres de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos hace ya más de una década volvieron a salir a las calles para exigir justicia y la pronta presentación con vida de sus hijos. La marcha —una demostración más de su inquebrantable lucha— partió después de la una de la tarde desde el Periférico Norte y culminó en la Ciudad Industrial, donde se llevó a cabo un acto en memoria de Julio César Mondragón Fontes, uno de los estudiantes que fue torturado, asesinado y desollado en aquel trágico 2014. Allí, se colocó una ofrenda floral en reconocimiento a su memoria.
El portavoz de los padres, Melitón Ortega, no dejó pasar la oportunidad para responder a las declaraciones de la presidenta Claudia Sheinbaum respecto a lo ocurrido en el Campo Militar No. 1. “No fue un acto de provocación, sino el reflejo del hartazgo del cansancio por tanta injusticia y por la impunidad que aún persiste en el caso de los 43”, afirmó Ortega. Y añadió con firmeza que seguirán alzando la voz y movilizándose, porque —como lo han hecho durante estos años— no cesarán hasta obtener respuestas concretas.
Para ellos, la situación sigue siendo un acto de terrorismo —una herida abierta— que, después de 11 años, todavía no revela quiénes son los verdaderos responsables de aquella brutal agresión contra los estudiantes. La demanda fundamental: que el gobierno federal acelere la extradición de los implicados que aún permanecen fuera de México, que enfrentan la justicia lejos de sus miradas.
La movilización también incluyó un recorrido hacia los lugares donde perecieron otros compañeros: Julio César Mondragón y Julio César Ramírez. Ahí, en esa misma zona, los padres, acompañados por unas 1,500 personas, colocaron ofrendas florales para honrar la memoria de los jóvenes que perdieron la vida. La marcha, en la que participaron —normalistas— que llegaron en 34 autobuses retenidos por los mismos estudiantes, también recorrió el camino hacia el sector donde fue asesinado Mondragón, dejando en el ambiente un fuerte mensaje de reclamo y resistencia.
Mientras tanto, en Chilpancingo, el escenario no era diferente. Otro grupo de padres, liderados por Felipe de la Cruz, se congregó en el monumento a las Banderas para exigir justicia por el caso Iguala. Allí, en ese acto, reiteraron que aunque las protestas se realizan en diferentes lugares, el objetivo es uno solo: que se esclarezca la verdad y los responsables sean llevados ante la justicia. De Cruz también aseguró que, pronto, llegarán a un diálogo para fomentar la unidad entre todos los afectados y seguir luchando juntos.
En medio de estas movilizaciones, la tensión también estuvo presente. En la entrada de Iguala, algunos normalistas que se dirigían hacia Chilpancingo se enfrentaron con quienes intentaban impedirles el paso —rompiendo incluso las rejas— del Palacio de Justicia con camionetas distribuidoras de alimentos que, posteriormente, quemaron en señal de protesta. La violencia escaló cuando, al salir la marcha, algunos manifestantes arrojaron piedras a los vehículos de los normalistas. Los bomberos tuvieron que acudir para apagar los incendios provocados por estas acciones que, sin duda, reflejan la rabia acumulada.
Estas movilizaciones cerraron las actividades de las jornadas llamadas Luces y Sombras, un acto organizado por los padres, familiares y varias organizaciones sociales, incluyendo la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, para recordar y denunciar lo ocurrido hace 11 años en Iguala, específicamente los días 26 y 27 de septiembre de 2014. Un recordatorio constante de que, aunque el tiempo pase, la búsqueda de justicia continúa muy viva en cada rincón de Nuevo León, Tamaulipas y en todo México.
¿Hasta cuándo más tendrán que esperar estas familias para que se haga justicia? La respuesta —como sus protestas—e s clara: hasta que se recupere la verdad y se castigue a los responsables.