Ciudad de México.-Morena presentó una iniciativa en la Cámara de Diputados que prohíbe a sacerdotes, pastores o líderes religiosos, que toquen temas en el púlpito sobre desapariciones, feminicidios, corrupción o cualquier problema social que pueda interpretarse como crítica al gobierno.
El proyecto de reforma a la Ley de Asociaciones Religiosas lo presentó el diputado, Arturo Ávila, y endurece los castigos a los ministros de culto que "intervengan en asuntos públicos", imponiendo multas de hasta 50 mil pesos y el cierre definitivo de templos a quienes incumplan.
Aunque la iniciativa reduce de facto los espacios de disenso, incluso dentro del ámbito religioso, por lo que termina censurando el derecho de Libre Expresión del que sí gozó el Presidente, Andrés Manuel López Obrador, y hoy, Claudia Scheinbaum Pardo.
De la Ley Calles a la Cuarta Transformación
México mantiene desde 1926, con la llamada Ley Calles y el Artículo 130 constitucional, una separación tajante entre Iglesia y Estado. Esa norma -reforzada en 1992 con la Ley de Asociaciones Religiosas- prohíbe que los ministros hagan proselitismo político o promuevan candidatos.
Pero la propuesta de Morena lleva esa restricción a otro nivel: castiga la denuncia social, incluso cuando no haya mención política.
Un sacerdote que denuncie un feminicidio, hable de una desaparición o cuestione la violencia en su comunidad podría ser acusado de "intervenir en asuntos públicos."
El texto oficial afirma que la intención es "preservar la neutralidad religiosa" y "evitar que los templos sean usados con fines políticos."
Sin embargo, críticos ven una maniobra de censura encubierta que pretende acallar a los únicos actores que todavía cuestionan al poder desde la conciencia moral.
Silenciar a los últimos que hablan
Desde el inicio del sexenio, varios sacerdotes han sido amonestados o multados por expresar críticas a MORENA o al gobierno federal. Algunos tuits y homilías con frases como "no voten por Morena" terminaron en sanciones y advertencias legales.
La nueva propuesta surge justo cuando figuras eclesiásticas -como Alejandro Solalinde y obispos de Guerrero- han denunciado públicamente la ola de violencia y desapariciones que azota al país.
Para analistas, Morena busca apagar la última voz incómoda: la de los templos.
"El Estado perdió el control de la calle, y ahora quiere controlar la palabra", apuntó un especialista en derecho religioso.
De aprobarse la reforma, México volvería a un viejo conflicto: el intento del poder político por vigilar el discurso moral; por lo que la fe estará bajo vigilancia.