Tamaulipas, 13 de noviembre 2025.-Durante los seis años en el poder, la autodenominada Cuarta Transformación destinó más de 4.5 billones de pesos en programas sociales; ese dinero, que de acuerdo al Gobierno, ha sido la columna vertebral de su política económica y electoral, pudo haber transformado México en un país de primer mundo.
Ese monto equivale a casi 250 mil millones de dólares, y de aquí surge una pregunta incómoda: ¿qué se puede hacer con esa descomunal cantidad de dinero invertido en infraestructura para el país?
Con 250 mil millones de dólares, México habría podido construir entre 25 y 90 plantas nucleares de generación eléctrica de 1,000 megawatts cada una, dependiendo de la tecnología y los costos por país.
La zona más viable, y con menos riesgo, es la costa noreste en el Golfo de México; municipios como San Fernando y Soto la Marina, poseen la más baja actividad telúrica de todo el país, por tanto, estos municipios, manchados con episodios de sangre del narcotráfico, se convertirían en estandartes del progreso y el desarrollo.
Cada una de las centrales nucleares, produce alrededor de 8.5 teravatios por año, suficientes para abastecer a más de un millón de hogares.
Con unas 40 plantas, México podría cubrir toda su demanda eléctrica nacional (unos 350 TWh anuales), y con ello, dejar de quemar minerales y combustibles fósiles frenando así la producción de gases de efecto invernadero.
En otras palabras, el gasto social de la 4T podría haber energizado al país completo durante décadas, con energía limpia, estable y sin dependencia del gas natural importado.
O un país autosuficiente en combustibles
El mismo monto también equivale a construir entre 13 y 31 refinerías tipo Dos Bocas, cada una con capacidad para procesar 340 mil barriles diarios.
Con solo 15 de esas instalaciones, México podría refinar más de 5 millones de barriles diarios, duplicando su consumo interno actual y eliminando casi por completo la importación de gasolinas y diésel.
Un país así tendría combustibles más baratos, tarifas eléctricas estables y mayor soberanía energética.
¿Qué perdió México?
-Más que cifras, el dato revela una oportunidad histórica:
-Energía eléctrica abundante y barata, capaz de reducir los costos industriales y domésticos.
-Combustibles nacionales que amortigüen la inflación.
-Empleos altamente calificados en ciencia, ingeniería y manufactura.
En cambio, el país eligió el camino del reparto directo, que si bien, es un analgésico para la pobreza, no cambió la estructura económica ni generó riqueza duradera.
El dilema del futuro
El legado de la 4T podría medirse no solo en transferencias sociales, sino en lo que no se construyó: plantas, refinerías, infraestructura energética y tecnológica que habrían reducido la dependencia de importaciones, estabilizado precios y modernizado al país.
La pregunta que brota es: ¿qué sería de México si hubiese invertido 4.5 billones de pesos en producir, no solo en repartir?