Boulder, Colorado, 2 oct (EFE/Universidad de Colorado Boulder).- Un equipo de científicos de la Universidad de Colorado Boulder ha logrado "despertar" microbios antiguos atrapados en permafrost durante miles de años, revelando cómo estos organismos dormidos podrían contribuir al cambio climático al liberar gases de efecto invernadero al descongelarse el suelo ártico.
Liderado por Tristan Caro, exestudiante graduado en ciencias geológicas de CU Boulder y actual investigador postdoctoral en el Instituto Tecnológico de California (Caltech), el estudio demuestra que bacterias y otros microorganismos viables en muestras de permafrost de entre unos pocos miles y hasta 40.000 años de antigüedad se reactivan tras el deshielo, formando colonias que descomponen materia orgánica y liberan dióxido de carbono (CO2).
Coautor Sebastian Kopf, profesor de ciencias geológicas en CU Boulder, enfatizó: "Es uno de los mayores desconocidos en las respuestas al clima. ¿Cómo afectará el deshielo de todo este suelo congelado, donde sabemos que hay toneladas de carbono almacenado, a la ecología de estas regiones y a la tasa de cambio climático?".
Las muestras se recolectaron en el Túnel de Permafrost del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE.UU., cerca de Fairbanks, en el centro de Alaska, una excavación de más de 350 pies (unos 107 metros) en suelo congelado que expone restos antiguos como huesos de bisontes y mamuts.
Al descongelarlas con agua y incubarlas a temperaturas de 4°C y 12°C -simulando veranos alaskanos bajo escenarios climáticos futuros-, los investigadores observaron que los microbios permanecen dormidos inicialmente, pero tras unos meses forman colonias florecientes y biofilmes viscosos visibles.
El crecimiento es lento: solo una de cada 100.000 células se reemplaza por día en los primeros meses, comparado con horas en condiciones de laboratorio típicas.
Para rastrear la actividad, utilizaron agua enriquecida con deuterio (hidrógeno pesado) y monitorearon cómo los microbios lo incorporaban en las membranas celulares de ácidos grasos. Sorprendentemente, las temperaturas más altas no aceleraron significativamente la activación, lo que sugiere que periodos prolongados de calor -como veranos árticos extendidos hacia otoño y primavera- son clave para un "despertar" masivo, con un retraso de meses antes de emisiones sustanciales de CO2 y metano."Estos no son muestras muertas de ninguna manera", afirmó Caro.
"Siguen siendo muy capaces de albergar vida robusta que puede descomponer materia orgánica y liberarla como dióxido de carbono".
El olor rancio del túnel, "como un sótano mohoso dejado por demasiado tiempo", delató la presencia microbiana incluso in situ, lo que Caro describió como "muy emocionante para un microbiólogo, porque los olores interesantes suelen ser microbianos".El permafrost cubre casi un cuarto de la superficie terrestre del hemisferio norte y almacena vastas cantidades de carbono en suelos, hielo, rocas y restos orgánicos.
Su deshielo acelerado por el cambio climático antropogénico podría desencadenar un ciclo vicioso de emisiones que intensifique el calentamiento global, afectando la ecología ártica y el clima mundial.
Aunque estos microbios no representan riesgo infeccioso para humanos -las muestras se mantuvieron en cámaras selladas-, su reactivación plantea interrogantes sobre el comportamiento en sitios globales como Siberia. "Hay tanto permafrost en el mundo -en Alaska, Siberia y otras regiones frías del norte", reflexionó Caro. "Solo hemos muestreado una pequeña porción".
Los hallazgos, publicados en septiembre en la revista JGR Biogeosciences, subrayan la urgencia de modelar estos "lagos temporales" en proyecciones climáticas. Robyn Barbato, del Laboratorio de Investigación y Ingeniería de Regiones Frías, participó en la recolección de muestras.