La capital del país vivió el pasado sábado 27 de septiembre una de las tormentas más intensas de las últimas décadas —de hecho, la más fuerte en 34 años— según dio a conocer Clara Brugada, jefa de Gobierno de la Ciudad de México. El aguacero, que azotó principalmente el oriente de la urbe, superó los 91 milímetros de precipitación y dejó a su paso más de 31 millones de toneladas de agua.
Tan pronto como cayeron las primeras gotas, el protocolo Tlaloque entró en marcha de manera integral, desplegando recursos especialmente en Iztapalapa y Tláhuac —las dos alcaldías más castigadas por el fenómeno— donde la lluvia se mantuvo constante durante cerca de cuatro horas.
Pese a la cantidad histórica de agua, Brugada resaltó que el 90% de las zonas inundadas fueron saneadas en menos de un día y que el resto de los trabajos concluyeron durante la madrugada del lunes.
En el despliegue participaron más de tres mil integrantes de diferentes organismos —incluyendo la Secretaría de Seguridad Ciudadana y la —Secretaría de Gestión Integral del Agua—, quienes colaboraron hombro a hombro para atender la emergencia.
Aun cuando el censo de viviendas dañadas continúa en proceso, hasta el momento se han contado alrededor de dos mil casas afectadas. Para atender la situación, se han establecido 16 centros de mando repartidos en puntos estratégicos y ya se habían entregado 65 millones de pesos en ayudas emergentes antes de la lluvia histórica.
